Existen muchas
iniciativas que tienen como objetivo combatir el bullying en las aulas. La compañera
Elvira Fernández recoge, muchas de ellas, en un artículo muy completo que puedes consultar aquí. También se han publicado libros y guías como esta que puedes
descargar aquí.
Pero la mayor parte de ellas están dirigidas a las escuelas. Por eso, he creído
conveniente escribir un artículo dirigido especialmente a la familia, que dé herramientas para identificar desde el hogar, los indicadores de que
posiblemente nuestro hijo o hija está padeciendo acoso escolar.
![]() |
Visibilidad de la violencia en la escuela. (Piñuel & Oñate, 2006) |
Muchas veces, con la
mejor de las intenciones, intentamos tratar de eliminar estas actitudes de
manera directa, sin entender que son manifestaciones indirectas de otro
problema mayor. La psicología humana suele manifestarse de manera indirecta,
por lo que si queremos abordar estos problemas, es importante identificar qué
las produce y trabajar a partir de un diagnóstico correcto. Por eso he
elaborado esta lista de actitudes que pueden hacernos sospechar que nuestro
hijo/a está siendo víctima de una situación de bullying, para que una vez
identificado en el hogar, tengamos la capacidad de poder actuar, pidiendo la
colaboración del centro escolar y de otros profesionales (pediatras, educadores
sociales, psicólogos, etc.)
En el caso de las agresiones físicas, es muy fácil el diagnostico; pero ese
solo es la punta del iceberg, como podemos observar en la ilustración.
Comportamientos que pueden indicar que está
siendo víctima de acoso psicológico.
-
La ley del silencio. Negación y sentimiento de
culpa: la figura del chivato está
mal vista en nuestra sociedad. Esta ley no escrita impera a todos los niveles y
por supuesto también en la escuela. Por eso, muy pocas veces un niño o niña
denunciará a sus compañeros; incluso negará haber sido amenazado, intimidado o
agredido. Pongamos un ejemplo.
o
Un niño o niña que siempre pierde cosas o las
rompe. Puede que no sea un
problema de que es una persona despistada. Es posible que sean sus compañeros los
que le rompen o roban las cosas. Pero por vergüenza o por miedo, intentará cargar
con las culpas. Así que debemos estar atentos a esto. Si se produce de forma
continuada puede ser un indicador de acoso.
-
Somatización: si el/la niño/a presenta dolores continuos de cabeza o de barriga, y estos
síntomas desaparecen como por arte de magia en vacaciones y los fines de semana,
puede ser un indicador claro de que está sufriendo acoso. Es importante en este
caso acudir al pediatra y/o al oculista en el caso de los dolores de cabeza,
para descartar algún problema visual. Si además sufre pesadillas, insomnio, estrés, nerviosismo; son
indicadores tipificados consecuentes del acoso. Es importante ponerse en
contacto con el pediatra ante estas situaciones.
-
Negarse a ir a la escuela: este punto esta íntimamente relacionado con el
anterior. Responde a una conducta de evitación o huida del problema.
-
Aislamiento: en la infancia y la adolescencia las relaciones de amistad son muy
importantes. En estas etapas se desarrolla el sentimiento de pertenencia al
grupo. Esto les proporciona seguridad y felicidad. En las reuniones con el/la
tutor/a pueden informarnos de que el niño o niña no se relaciona con sus
compañeros, no juega con ellos en el patio y se aísla. Pero nosotros podemos
detectar este problema, a través de un indicador clave como son las
invitaciones a fiestas de cumpleaños, para saber si nuestro hijo/a está
integrado en el grupo. Si detectas que nunca invitan a estas fiestas a tu hijo/a,
puedes estar en la seguridad de que algo anda mal en su entorno social entre
iguales.
-
Ideas o actos autolíticos: los actos o ideas autolíticas tiene que ver con
las autolesiones. Este punto es muy importante, ya que puede desencadenar en
ideas suicidas.
-
Fobias o hipersensibilidad: miedo a estar solo/a, miedo a la oscuridad, miedo
a salir a la calle, llantos desproporcionados, ataques de ansiedad. Todos estos
comportamientos pueden indicar que estamos ante un caso grave de acoso escolar.
-
Rendimiento escolar: una bajada repentina e inexplicable en las
calificaciones.
-
Actitudes agresivas: respuestas agresivas contra los hermanos, insultos
o agresiones físicas. Es consecuencia de un comportamiento aprendido. Es un
mecanismo de defensa, se comporta así porque en la escuela ha aprendido que
para evitar ser víctima lo mejor es ser agresor.
Consecuencias a corto, medio y largo
plazo
Las consecuencias de
padecer este tipo de situación pueden ser:
-
Inseguridad: el sentimiento de culpa del que hemos hablado puede provocar una serie de
inseguridades que se arrastrarán durante toda la vida. Esto, es un problema que
tienen muchos adultos que les incapacita a la hora de encontrar trabajo, pareja
y/o relacionarse socialmente.
-
Convertirse en agresor: como ya hemos comentado anteriormente, se puede
desarrollar un mecanismo de defensa a raíz de un comportamiento aprendido que
les impulsa a ser agresores para evitar ser víctimas. Esto puede llevar en la
adultez a ser personas maltratadoras de sus parejas o de sus propios hijos.
-
Exclusión social: la estigmatización desde la infancia se puede
traducir en un riesgo de exclusión social. Ya que como hemos comentado en el
primer punto de este apartado, el hecho de no
ser capaces de encontrar trabajo es un problema grave. Por otra parte,
la incapacidad para relacionarse socialmente puede llevar a una situación de soledad, que puede resultar en una falta
de apoyo social y a menor apoyo, mayor riesgo de exclusión.
-
Adicción: como resultado de todo lo anterior, estas personas pueden ser más propensas
a caer en conductas adictivas de todo tipo; ludopatía, drogadicción, etc.
Aumentando así el riesgo de exclusión social. Pero también provocando un riesgo
para la salud física y mental.
-
Depresión: asimismo, como consecuencia del sufrimiento padecido por el bullying, se
puede desarrollar cuadros depresivos que, como hemos comentado anteriormente,
pueden resultar en conductas autolíticas llegando al suicidio.
Cómo actuar desde la familia
En el momento en que
desde la familia se observan algunos o todos los indicadores que se han
descrito en este artículo, es importante que pidamos ayuda. Para lo cual
tendremos que ponernos en contacto con la escuela, el servicio local de pediatría
y los servicios sociales. No basta con denunciarlo únicamente en la escuela,
debes también acudir al resto de instituciones. Además existe multitud de ONG
que pueden ayudarte. Así mismo, deberás participar en las reuniones del AMPA y colaborar
en las acciones disciplinarias y educativas para los agresores.
Qué hacer si mi hijo/a es agresor u
observador pasivo.
En el momento en el que
detectamos que nuestro hijo/a participa en este tipo de agresiones físicas o
psicológicas hacia un compañero o compañera. Ante todo debemos apoyar a la
familia de la víctima y promover su protección. Además, será importante colaborar
en las reuniones del AMPA y en las acciones disciplinarias y educativas de los
agresores.
En el caso de las familias
de observadores pasivos, es importante promover en ellos valores como la empatía
y la solidaridad. De manera que se sientan responsables de la protección de su
compañero y capaces de denunciar a los agresores.
Es importante esto porque
la protección de los agresores únicamente agravará la situación, ya que si
estos se sienten impunes, cada vez realizarán actos más graves; tal y como nos
explica Trixia Valle, en el siguiente video. Esta escritora es experta en bullying y se
dedica a impartir conferencias sobre este tema.
No hay comentarios:
Publicar un comentario