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Blog elaborado por Olga Donaire

lunes, 1 de septiembre de 2025

5 extraescolares que sí merecen la pena (y 5 que no)


Septiembre llega con la vuelta al cole, la compra de materiales escolares, ese olor a libro nuevo y la pregunta de cada año:


¿Qué extraescolar elegir?

La oferta es infinita y el marketing es feroz: “con nuestra actividad tu hijo será un líder del futuro, gestionará sus emociones y hablará inglés como un nativo en tres meses”. 

Spoiler: no va a pasar.

Así que aquí va mi top 5 de mejores y peores opciones.

Top 5 mejores extraescolares

1. Natación
Antes de los 8 años, todo niño debería saber nadar. No es un extra, es supervivencia. Según Gallahue y Donnelly (2003), “la natación contribuye significativamente al desarrollo de las habilidades motrices fundamentales en niños de 3 a 11 años” (p. 42). Por lo cual es una actividad extraescolar básica para las etapas de infantil y primaria. Además, un estudio señala que “los niños que participan en clases de natación muestran mejoras en la coordinación y la fuerza muscular, además de beneficios emocionales como mayor confianza en sí mismos” (Weiss, 2010, p. 15).

2. Arte marcial
No, no es para que tu hijo reparta tortas en el patio. Un metaanálisis sobre artes marciales y niños indica que “la práctica de artes marciales mejora la disciplina, el autocontrol y la autoestima de los participantes” (Strayhorn, 2002, p. 78). Mucho más útil que cualquier curso de “mindfulness”. Por otra parte, otro estudio señala que “los niños que entrenan artes marciales presentan incrementos significativos en habilidades cognitivas y motoras en comparación con grupos control” (Lakes & Hoyt, 2004, p. 165). Así que las artes marciales son mucho más que saber protegerse, aunque eso ya de por sí sea importante.

3. Deporte en equipo
Fútbol, baloncesto, voleibol… no importa.  Aquí se trata de aprender a competir (sí, competir no es malo). Saber cooperar para conseguir un objetivo común que es más grande que uno mismo es esencial. Sobre todo en esta sociedad individualista en la que vivimos. Ya que “los deportes en equipo fomentan habilidades sociales, cooperación y liderazgo en niños y adolescentes” (Fraser-Thomas, Côté, & Deakin, 2005, p. 74). Además, “la participación en deportes en equipo se asocia con menores niveles de ansiedad y depresión, y mejora la autoestima de los jóvenes” (Eime et al., 2013, p. 456).


4. Potenciar hobbies reales
Si a tu hijo le apasiona el teatro, la robótica, la cocina, el ajedrez o tocar el violín, esa es la mejor extraescolar. No hace falta inventar actividades raras ni apuntarlo a todo lo que suena moderno. Escuchar sus gustos es revolucionario. “Fomentar intereses personales como la música o el arte está relacionado con mejoras en el rendimiento académico y en la creatividad de los niños” (Catterall, 2002, p. 11). Estudios sobre aprendizaje experiencial destacan que “las actividades basadas en los intereses de los alumnos promueven un compromiso más profundo y sostenido con el aprendizaje” (Kraft, 2012, p. 203).

5. Naturaleza y entorno
Scouts, rutas de senderismo, pesca, exploración del patrimonio (castillos o restos iberos, romanos…) cualquier cosa que lo saque de la pantalla y le recuerde que existe un mundo fuera de TikTok. “El juego al aire libre en entornos naturales promueve la salud física y mental de los niños y mejora el desarrollo motor” (Fjørtoft, 2004, p. 25). Además, “los niños que participan regularmente en actividades de exploración y contacto con la naturaleza muestran mayor cooperación, creatividad y bienestar emocional” (Louv, 2008, p. 91).

5 extraescolars de las que salir huyendo

1. Coaching infantil
Lo siento, pero tu hijo de 8 años no necesita un coach. Necesita juegar, adultos coherentes y límites claros. El coaching infantil o los talleres de genialidad precoz tienen riesgos. Estudios sobre la presión académica y extracurricular muestran que los niños sometidos a demasiadas expectativas pueden sufrir ansiedad (Suldo et al., 2009; Putwain et al., 2010). Por lo que este tipo de actividades pueden ser contraproducentes. 

2. Mindfulness exprés para niños
Que no te vendan que diez minutos de “mindfulness para peques” va a resolver el bullying, las notas y la ansiedad escolar. Es puro marketing barato. Revisiones sistemáticas (Zenner et al., 2014; Klingbeil et al., 2017) muestran que el mindfulness en niños puede ayudar a la regulación emocional, pero los efectos no superan al placebo. y no puede sustituir el apoyo psicopedagógico. Un metaanálisis de siete ensayos controlados aleatorios con 184 participantes encontró que “la reducción de los síntomas del TDAH después del tratamiento no se mantuvo en el seguimiento a los pocos meses. La heterogeneidad entre los estudios fue extrema, con evidencia de sesgo de publicación” (ADHD Evidence, 2021).

En otras palabras, puede dar sensación de mejora momentánea, pero los efectos no son consistentes ni sostenibles. Para un niño con hiperactividad, insistir en sesiones de mindfulness exprés puede ser frustrante y hasta contraproducente.


3. Inglés con robots parlantes desde los 3 años
El muñeco que promete que tu hijo será bilingüe jugando es básicamente un sacacuartos con luces LED. El idioma se aprende viviendo experiencias, no apretando botones. Estudios sobre tecnología educativa (Hirsh-Pasek et al., 2015; Plowman et al., 2010) muestran que las herramientas tecnológicas no garantizan aprendizaje significativo si no hay interacción humana y seguimiento constante.

4. Deporte de élite.
Sí, ya sé que antes te he dicho que el deporte es fantástico y recomendable. Pero no, tu hijo no tiene que ser el nuevo Messi o el nuevo Pau Gassol. Déjale equivocarse, probar, aprender jugando y disfrutar. La investigación sobre especialización deportiva temprana y exceso de actividades muestra riesgos de ansiedad, desmotivación y pérdida de interés en la actividad (Baker, 2003; Fraser-Thomas et al., 2008).

5. Extraescolares de moda sin continuidad
Hoy “taller de sexulaidades”, mañana “emociones holográficas” o “yoga cuántico”. La lista de modas es infinita, y sin sentido. La mayoría de estas actividades carece de estructura o base científica, y muchas veces los conceptos que se enseñan no son adecuados.Como señala el juez Emilio Calatayud, experto en educación y convivencia infantil “la mejor actividad extraescolar es que los niños jueguen en un parque a diario (Calatayud, 2024). Es decir, menos talleres de moda y más juego libre y supervisado.


En resumen

Las extraescolares deberían servir para que los niños aprendan algo real, disfruten y se desarrollen más allá del curriculum académico estandarizado. 

El problema es que muchos centros se han convertido en escaparates de promesas vacías y muchas familias desean que su hijo sea el nuevo Bill Gates con 8 años. Cada septiembre aparece todo un catálogo de extraescolares que incluye una nueva moda que asegura formar “pequeños genios” en dos horas a la semana. 

La verdad es mucho más simple: natación antes que coaching, artes marciales antes que mindfulness exprés, naturaleza antes que robots parlantes.

Y, sobre todo, escuchar al niño antes que al marketing. No es necesario llenar la agenda de los niños con un sin fin de actividades. Jugar en el parque debería ser un deber y un derecho. Eso no quiere decir que esté en contra de las extraescolares, pero sin exagerar. Sentido común y término medio” (Calatayud, 2024)

Bibliografía

ADHD Evidence. (2021). Meta-analysis reports weak evidence for mindfulness interventions for children and adolescents with ADHD. https://www.adhdevidence.org/blog/meta-analysis-reports-weak-evidence-for-mindfulness-interventions-for-children-and-adolescents-with-adhd

Baker, J. (2003). Early specialization in youth sport: a requirement for adult expertise? High Ability Studies, 14(1), 85–94. https://doi.org/10.1080/1359813032000074034

Calatayud, E. (2024, octubre 10). La mejor extraescolar es que los niños jueguen en un parque a diario: debería ser un derecho y un deber. Granada Blogs. https://www.granadablogs.com/juezcalatayud/2024/10/la-mejor-extraescolar-es-que-los-ninos-jueguen-en-un-parque-a-diario-deberia-ser-un-derecho-y-un-deber/

Catterall, J. S. (2002). The arts and the transfer of learning. In R. Deasy (Ed.), Critical Links: Learning in the Arts and Student Academic and Social Development (pp. 151–157). Arts Education Partnership. https://www.artsedsearch.org/study/the-arts-and-the-transfer-of-learning

Eime, R. M., Young, J. A., Harvey, J. T., Charity, M. J., & Payne, W. R. (2013). A systematic review of the psychological and social benefits of participation in sport for children and adolescents: informing development of a conceptual model of health through sport. International Journal of Behavioral Nutrition and Physical Activity, 10, 98. https://doi.org/10.1186/1479-5868-10-98

Fjørtoft, I. (2004). Landscape as playscape: The effects of natural environments on children’s play and motor development. Children, Youth and Environments, 14(2), 21–44. https://www.jstor.org/stable/10.7721/chilyoutenvi.14.2.0021

Fraser-Thomas, J., Côté, J., & Deakin, J. (2005). Youth sport programs: an avenue to foster positive youth development. Physical Education and Sport Pedagogy, 10(1), 19–40. https://doi.org/10.1080/1740898042000334890

Gallahue, D. L., & Donnelly, F. C. (2003). Developmental physical education for all children (4th ed.). Human Kinetics.

Hirsh-Pasek, K., Zosh, J. M., Golinkoff, R. M., Gray, J. H., Robb, M. B., & Kaufman, J. (2015). Putting education in “educational” apps: Lessons from the science of learning. Psychological Science in the Public Interest, 16(1), 3–34. https://doi.org/10.1177/1529100615569721

Klingbeil, D. A., Renshaw, T. L., Willenbrink, J. B., Chai, C., Li, W., & Benson, G. (2017). Mindfulness-based interventions for youth with anxiety: A systematic review and meta-analysis. Mindfulness, 8, 1251–1262. https://doi.org/10.1007/s12671-017-0710-1

Lakes, K. D., & Hoyt, W. T. (2004). Promoting self-regulation through school-based martial arts training. Journal of Applied Developmental Psychology, 25(3), 283–302. https://doi.org/10.1016/j.appdev.2004.04.002

Louv, R. (2008). Last child in the woods: Saving our children from nature-deficit disorder. Algonquin Books.

Plowman, L., McPake, J., & Stephen, C. (2010). The technologisation of childhood? Young children and technology in the home. Children & Society, 24(1), 63–74. https://doi.org/10.1111/j.1099-0860.2009.00252.x

Strayhorn, J. M. (2002). Self-esteem and children’s participation in martial arts. Perceptual and Motor Skills, 95(1), 55–63. https://doi.org/10.2466/pms.2002.95.1.55

Suldo, S. M., Shaunessy-Dedrick, E., & Ferron, J. (2009). Changes in stress and psychological adjustment during the transition to high school among adolescents. School Psychology Quarterly, 24(3), 235–250. https://doi.org/10.1037/a0016844

Weiss, M. R. (2010). The benefits of youth swimming for psychosocial development. International Journal of Aquatic Research and Education, 4(1), 12–18. https://doi.org/10.25035/ijare.04.01.02

Zenner, C., Herrnleben-Kurz, S., & Walach, H. (2014). Mindfulness-based interventions in schools—a systematic review and meta-analysis. Frontiers in Psychology, 5, 603. https://doi.org/10.3389/fpsyg.2014.00603